El misterio del recipiente femenino
El arquetipo femenino es el gran recipiente: la equiparación mujer=cuerpo=vasija corresponde a la más elemental experiencia humana de lo femenino, como se comprueba en
el arte más primitivo. La gran Madre, la vasija por excelencia, ánfora de la humanidad, recipiente sagrado de la vida. Pero además, el femenino es la energía transformativa del crecimiento: los misterios transformativos de la mujer son misterio de sangre: primero la menstruación, luego el embarazo, tercero la transustanciación de la sangre en leche. Este último misterio el masculino lo vive como la fuerza que lo pone en movimiento y le impulsa a cambiar. El femenino es así el instigador del cambio, cuya fascinación impele, seduce y anima a las aventuras del cuerpo y del espíritu. Si como recipiente lo atrae hacia lo quieto, informe, caótico, como energía transformativa pone en movimiento su personalidad hacia el viaje de la individuación.
Texto adaptado. Blanco y negro. Diciembre. 1997.
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